sábado, 24 de septiembre de 2011


Adiós
presiento que eso tienes que decirme
como una verdad que se va decantando sola
no te vayas
porque tengo toda mi vida
para convencerte de que te quedes
no te vayas,
no apagues la luz,
déjame hacerte feliz
aunque se, solo para mi,
que a veces he hecho exactamente todo lo contrario,
pero nunca deje de pensar en ti, nunca
aunque fuera para sacarme el amor,
pero te amo,
me resisto a imaginarme sin ti,
veo venir el adiós, de tu silencio, de tu indiferencia
y cuando eso pase, además de saber que lo merezco,
porque no existen excusas en lo inmaculado,
deberé tragarme el amor,
que ni siquiera te he dicho,
masticarlo y escupirlo muy lejos de mi,
con saliva manchada de sangre
no te vayas,
en tu felicidad esta mi redención,
en tu felicidad mi felicidad,
contigo todo tiene sentido, la verdad es de luz
y no me deja caer en las tinieblas
si te quedaras, con tu carita linda en mi vida,
bastaría contemplarte para que todo el mundo
y su mierda me fuera indiferente
pero ya vez,
tengo este paranoide miedo de perderte,
patético miedo
y supongo que solo atinare a decirte esa palabra
cuando te vallas de mi
adiós
que solo significa eso
y nada de lo querré decirte en ese momento
de lo que quiero decirte ahora
y no sabrás que te amo, que te amo.

sábado, 23 de julio de 2011

LA PENA DE FERMÍN


Patrón, yo la quería
y ella era güena, se lo juro yo.
Pero su paire, On Chuma -el que tenía
en el Bajo un chinchel-, me la negó.
Me la negó, patrón, porque en la vía
puee más que el cariño el interés.
Porque él necesitaba a la María
pa esplotarla lo mesmo qui a una res.
¡Y era tan rebonita!
Si parecía, con su moo di andar,
una mariposita…
un pajarito ‘e Dios que va a volar!
Nunca hey visto unos ojos como aquéllos,
Negros, pero con luz, como el carbón…

¡Cuando mi acuerdo d`ellos
siento que me le aprieta el corazón!
Siempre, cuando golvía del trabajo,
me paraba a su puerta... Y una vez
en el chinchel del Bajo,
me tomaba una copa..., u dos..., u tres.
Riéndose, la María
me priuntaba, di atrás del mostrador:
- ¿y pa qué tomáis tanto? – Y yo le icía:
-Remedio pa la pena es el licor.
-Pero, ¿vos tenís pena?
¿Un mozo joven como vos, Fermín?...
¡Ya le hey dicho, patrón, que ella era güena
y que yo la quería con güen fin!
Así, sin impaciencias ni ´escaro,
ibamos platicando la amistá…
¡Nunca me hallé capás de hablarle claro.
y en eso estuvo mi fataliá!
Muchas veces, puntiando en la vihuela
una tonaa cantaba a media voz…
¡De no golverla a oír, quién se consuela,
patroncito, por Dios!
Yo me queaa di un hilo, embelesao
oyéndola cantar...
No cantan con más gusto ni afinao
los pajaritos cuando va a clariar.
Endey, el pobre guaso,
solo con su ilusión,
s´iba en su caballito, paso a paso,
saltándole de gusto el corazón.
Y el viento, y las montañas,
y el matorral y la arbolera, en fin,
too, lo iba sintiendo en las entrañas
que me gritaba: "¡Quérela, Fermín!"
La estrellita que en lo alto aparecía,
la flor de más olor,
too, cosa ´espresiable lo creía
comparao a mi amor.
¡Que será bien bonito
cuando vayamos d´el brazo p´al altar!"
Y yo icía su nombre ´espacito
pa que naiden lo oyera prenunciar.
Pero una tarde, el viejo,
por unos chismes que alguien le sopló,
arrugó el entrecejo,
y lo mesmo que a un perro me trató.
-¿Que te habís figurao?
¡Tómate el trago y te mandáis cambiar!
¿O pensais que a mi niña la hey criao
pa un guaso bruto como vo? ¡Güen dar!
Yo quise protestar, largar la brava...
Pero... ¡la pura! que no hallé que hacer
cuando vide a mi prienda que lloraba
Con la cara voltiá pa' la paré.
...Ya no la hey visto más. La suerte ingrata
no me la quiso ´ar.
¡Hasta que un día supe que por plata
su mesmo paire la dejó escapar!
¿Onde está la María?
Si está viva o es muerta, no lo sé...
¡Solo sé que pa mi no hay alegría
ende que ella ´e jué!.
Y ésa es mi pena grande, caballero.
Ese y no otro es mi dolor, patrón.
Entuavía la quero...
¡Me tendrá que matar esta pasión!
Por eso sufro y me emborracho agora...
¡Porque no sé qué hacer,
y ya no hallo la hora
de ´ejar de paecer!
Ya con gusto no duermo ni trabajo...
Cuando llego a pasar
frente al chinchel del Bajo,
siento como unas ansias de matar.
Mi acuerdo de aquel viejo ´escastao
que con su propia sangre negoció;
y, por no verlo, miro pa´ otro lao...
¡Con toa mi alma lo aborrezco yo!…
Parece que hasta el viento
que sacúe zumbando el matorral
se estuviera gozando en mi tormento…
Y aprieto bajo el poncho mi puñal;
y yo, guaso leal, guaso sencillo,
compriendo a los que matan por amor,
Y quisiera acabar en el banquillo
esta vía ‘e vergüenza y ´e dolor.

Víctor Domingo Silva.

YO PECADOR



Yo galán imperfecto
Yo danzarín al borde del abismo,

Yo sacristán obsceno
Niño prodigio de los basurales,

Yo sobrino - yo nieto
Yo confabulador de siete suelas,

Yo señor de las moscas
Yo descuartizador de golondrinas,

Yo jugador de fútbol
Yo nadador del Estero las Toscas,

Yo violador de tumbas
Yo satanás enfermo de paperas,

Yo conscripto remiso
Yo ciudadano con derecho a voto,

Yo ovejero del diablo
Yo boxeador vencido por mi sombra,

Yo bebedor insigne
Yo sacerdote de la buena mesa,

Yo campeón de cueca
Yo campeón absoluto de tango
De guaracha, de rumba, de vals,

Yo pastor protestante
Yo camarón, yo padre de familia,

Yo pequeño burgués
Yo profesor de ciencias ocultas,

Yo comunista, yo conservador
Yo recopilador de santos viejos,

(Yo turista de lujo)

Yo ladrón de gallinas
Yo danzarín inmóvil en el aire,

Yo verdugo sin máscara
Yo semidiós egipcio con cabeza de pájaro,

Yo de pie en una roca de cartón:
Háganse las tinieblas

Hágase el caos,

háganse las nubes,

Yo delincuente nato
Sorprendido infraganti

Robando flores a la luz de la luna
Pido perdón a diestra y siniestra
Pero no me declaro culpable.

Nicanor Parra

sábado, 5 de marzo de 2011

lunes, 7 de febrero de 2011

Las flores y los cantos (¿He de irme?)



Del interior del cielo vienen
las bellas flores, los bellos cantos.
Los afea nuestro anhelo,
nuestra inventiva los echa a perder,
a no ser los del príncipe chichimeca
Tecayehuatzin.
¡Con los de él, alégrense!.

La amistad es lluvia de flores preciosas.
Blancas vedijas de plumas de garza,
se entrelazan con preciosas flores rojas:
en las ramas de los árboles,
bajo ellas andan y liban
los señores y los nobles.

Su hermoso canto:
un dorado pájaro cascabel,
lo elevas muy hermoso.
Estás en un cercado de flores.
Sobre las ramas floridas cantas.
¿Eres tú acaso, un ave preciosa del Dador de la
vida?
¿Acaso tú al dios has hablado?
Tan pronto como viste la aurora,
te has puesto a cantar.

Esfuércese,quiera las flores de mi escudo,
las flores del Dador de la vida.
¿Qué podrá hacer mi corazón?
En vano hemos llegado,
en vano hemos brotado en la tierra.

¿He de irme como las flores que perecieron?
¿Nada quedará de mi nombre?
¿Nada de mi fama aquí en la tierra?
¡Al menos mis flores, al menos mis cantos!
¿Qué podrá hacer mi corazón?
En vano hemos llegado,
en vano hemos brotado en la tierra.

Gocemos, oh amigos,
haya abrazos aquí.
Ahora andamos sobre la tierra florida.
Nadie hará terminar aquí
los flores y los cantos,
ellos perdurarán en la casa del Dador de la vida.

Aquí en la tierra es la región de momento fugaz.
¿También es así en el lugar
donde de algún modo se vive?
¿Hay allá alegría, hay amistad?
¿O sólo aquí en la tierra
hemos venido a conocer nuestros rostros?

Poesía Náhuatl.

domingo, 6 de febrero de 2011

Who are we?

We... we could be friends, you know' said Coraline.
"We could be rare specimens of an exotic breed of African dancing elephants!, said the cat. "But we're not. At least" [...]
"Please. What's your name?" Coraline asked the cat. [...]
"Cats don't have names", it said.
"No?" said Coraline.
"No," said the cat. "Now, you people have names. That's because you don't know who you are. We know who we are, so we don't need names."


Neil Gaiman de Coraline.



¿Quiénes somos?
"Nosotros... nosotros podriamos ser amigos, ya sabes," dijo Coraline.
"¡Nosotros podriamos ser un especimen raro de alguna raza exótica de Elefantes africanos bailarines!" dijo el gato."Pero no lo somos, después de todo."[...]
"Por favor. ¿Cómo te llamas?" Preguntó Coraline al gato.[...]
"Los gatos no tienen nombre", dijo él.
"¿No?", preguntó Coraline.
"No," respondió el gato. " Actualmente, vosotros la gente teneis nombres. Eso es porque vosotros no sabeis quienes sois. Nosotros sabemos quienes somos, así que no necesitamos nombres."

Neil Gaiman de Coraline.

miércoles, 12 de enero de 2011

Walking Around


Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

Pablo Neruda