miércoles, 20 de junio de 2018

sábado, 10 de marzo de 2018

Extractos de la aventura que más pesadumbre dio a don Quijote de cuantas hasta entonces le habían sucedido.

          
           Caballero de la Blanca Luna, cuyas hazañas hasta agora no han llegado a mi noticia, yo osaré jurar que jamás habéis visto a la ilustre Dulcinea; que si visto la hubiérades, yo sé que procurárades no poneros en esta demanda, porque su vista os desengañara de que no ha habido ni puede haber belleza que con la suya comparar se pueda; y así, no diciéndoos que mentís, sino que no acertáis en lo propuesto, con las condiciones que habéis referido, aceto vuestro desafío, y luego, porque no se pase el día que traéis determinado; y sólo exceto de las condiciones la de que se pase a mí la fama de vuestras hazañas, porque no sé cuáles ni qué tales sean: con las mías me contento, tales cuales ellas son. Tomad, pues, la parte del campo que quisiéredes, que yo haré lo mesmo, y a quien Dios se la diere, San Pedro se la bendiga.(Capítulo LXIV de la Segunda Parte)



      -Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra.
     -Eso no haré yo, por cierto -dijo el de la Blanca Luna-: viva, viva en su entereza la fama de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso, que sólo me contento con que el gran don Quijote se retire a su lugar un año, o hasta el tiempo que por mí le fuere mandado, como concertamos antes de entrar en esta batalla.
     Todo esto oyeron el visorrey y don Antonio, con otros muchos que allí estaban, y oyeron asimismo que don Quijote respondió que como no le pidiese cosa que fuese en perjuicio de Dulcinea, todo lo demás cumpliría como caballero puntual y verdadero.
(Capítulo LXIV de la Segunda Parte)      


Al salir de Barcelona, volvió don Quijote a mirar el sitio donde había caído, y dijo:
-¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias; aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas; aquí se escurecieron mis hazañas; aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse!
(Capítulo LXVI de la Segunda Parte).



jueves, 5 de abril de 2012

ANCLAO EN PARIS



Tirao por la vida de errante bohemio
estoy, Buenos Aires, anclao en París.
Cubierto de males, bandeado de apremio,
te evoco desde este lejano país.
Contemplo la nieve que cae blandamente
desde mi ventana, que da al bulevar
las luces rojizas, con tono muriente,
parecen pupilas de extraño mirar.

Lejano Buenos Aires ¡qué lindo que has de estar!
Ya van para diez años que me viste zarpar...
Aquí, en este Montmartre, fobourg sentimental,
yo siento que el recuerdo me clava su puñal.

¡Cómo habrá cambiado tu calle Corrientes..!
¡Suipacha, Esmeralda, tu mismo arrabal..!
Alguien me ha contado que estás floreciente
y un juego de calles se da en diagonal...
¡No sabes las ganas que tengo de verte!
Aquí estoy varado, sin plata y sin fe...
¡Quién sabe una noche me encane la muerte
y, chau Buenos Aires, no te vuelva a ver!

(Música: Guillermo Barbieri, Letra: Enrique Cadícamo)

sábado, 3 de marzo de 2012

Los Hijos



Hace once años, en Montevideo, yo estaba esperando a Florencia en la puerta de la casa. Ella era muy chica; caminaba como un osito. Yo la veía poco. Me quedaba en el diario hasta cualquier hora y por las mañanas trabajaba en la Universidad. Poco sabía de ella. La besaba dormida, a veces le llevaba chocolatines o juguetes.

La madre no estaba aquella tarde, y yo esperaba en la puerta de la casa el ómnibus que traía a Florencia de la jardinería.

Llegó muy triste. No hablaba. En el ascensor hacía pucheros. Después dejó que la leche se enfriara en el tazón. Miraba el piso.

La senté en mis rodillas y le pedí que me contara. Ella negó con la cabeza. La acaricié, la besé en la frente. Se le escapó alguna lágrima. Con el pañuelo le sequé la cara y la soné. Entonces volví a pedirle:

- Andá, decime.

Me contó que su mejor amiga le había dicho que no la quería.

Lloramos juntos, no sé cuánto tiempo, abrazados los dos, ahí en la silla.
Yo sentía las lastimaduras que Florencia iba a sufrir a lo largo de los años y hubiera querido que Dios existiera y no fuera sordo, para poder rogarle que me diera todo el dolor que le tenía reservado.

Eduardo Galeano.

sábado, 24 de septiembre de 2011


Adiós
presiento que eso tienes que decirme
como una verdad que se va decantando sola
no te vayas
porque tengo toda mi vida
para convencerte de que te quedes
no te vayas,
no apagues la luz,
déjame hacerte feliz
aunque se, solo para mi,
que a veces he hecho exactamente todo lo contrario,
pero nunca deje de pensar en ti, nunca
aunque fuera para sacarme el amor,
pero te amo,
me resisto a imaginarme sin ti,
veo venir el adiós, de tu silencio, de tu indiferencia
y cuando eso pase, además de saber que lo merezco,
porque no existen excusas en lo inmaculado,
deberé tragarme el amor,
que ni siquiera te he dicho,
masticarlo y escupirlo muy lejos de mi,
con saliva manchada de sangre
no te vayas,
en tu felicidad esta mi redención,
en tu felicidad mi felicidad,
contigo todo tiene sentido, la verdad es de luz
y no me deja caer en las tinieblas
si te quedaras, con tu carita linda en mi vida,
bastaría contemplarte para que todo el mundo
y su mierda me fuera indiferente
pero ya vez,
tengo este paranoide miedo de perderte,
patético miedo
y supongo que solo atinare a decirte esa palabra
cuando te vallas de mi
adiós
que solo significa eso
y nada de lo querré decirte en ese momento
de lo que quiero decirte ahora
y no sabrás que te amo, que te amo.

sábado, 23 de julio de 2011

LA PENA DE FERMÍN


Patrón, yo la quería
y ella era güena, se lo juro yo.
Pero su paire, On Chuma -el que tenía
en el Bajo un chinchel-, me la negó.
Me la negó, patrón, porque en la vía
puee más que el cariño el interés.
Porque él necesitaba a la María
pa esplotarla lo mesmo qui a una res.
¡Y era tan rebonita!
Si parecía, con su moo di andar,
una mariposita…
un pajarito ‘e Dios que va a volar!
Nunca hey visto unos ojos como aquéllos,
Negros, pero con luz, como el carbón…

¡Cuando mi acuerdo d`ellos
siento que me le aprieta el corazón!
Siempre, cuando golvía del trabajo,
me paraba a su puerta... Y una vez
en el chinchel del Bajo,
me tomaba una copa..., u dos..., u tres.
Riéndose, la María
me priuntaba, di atrás del mostrador:
- ¿y pa qué tomáis tanto? – Y yo le icía:
-Remedio pa la pena es el licor.
-Pero, ¿vos tenís pena?
¿Un mozo joven como vos, Fermín?...
¡Ya le hey dicho, patrón, que ella era güena
y que yo la quería con güen fin!
Así, sin impaciencias ni ´escaro,
ibamos platicando la amistá…
¡Nunca me hallé capás de hablarle claro.
y en eso estuvo mi fataliá!
Muchas veces, puntiando en la vihuela
una tonaa cantaba a media voz…
¡De no golverla a oír, quién se consuela,
patroncito, por Dios!
Yo me queaa di un hilo, embelesao
oyéndola cantar...
No cantan con más gusto ni afinao
los pajaritos cuando va a clariar.
Endey, el pobre guaso,
solo con su ilusión,
s´iba en su caballito, paso a paso,
saltándole de gusto el corazón.
Y el viento, y las montañas,
y el matorral y la arbolera, en fin,
too, lo iba sintiendo en las entrañas
que me gritaba: "¡Quérela, Fermín!"
La estrellita que en lo alto aparecía,
la flor de más olor,
too, cosa ´espresiable lo creía
comparao a mi amor.
¡Que será bien bonito
cuando vayamos d´el brazo p´al altar!"
Y yo icía su nombre ´espacito
pa que naiden lo oyera prenunciar.
Pero una tarde, el viejo,
por unos chismes que alguien le sopló,
arrugó el entrecejo,
y lo mesmo que a un perro me trató.
-¿Que te habís figurao?
¡Tómate el trago y te mandáis cambiar!
¿O pensais que a mi niña la hey criao
pa un guaso bruto como vo? ¡Güen dar!
Yo quise protestar, largar la brava...
Pero... ¡la pura! que no hallé que hacer
cuando vide a mi prienda que lloraba
Con la cara voltiá pa' la paré.
...Ya no la hey visto más. La suerte ingrata
no me la quiso ´ar.
¡Hasta que un día supe que por plata
su mesmo paire la dejó escapar!
¿Onde está la María?
Si está viva o es muerta, no lo sé...
¡Solo sé que pa mi no hay alegría
ende que ella ´e jué!.
Y ésa es mi pena grande, caballero.
Ese y no otro es mi dolor, patrón.
Entuavía la quero...
¡Me tendrá que matar esta pasión!
Por eso sufro y me emborracho agora...
¡Porque no sé qué hacer,
y ya no hallo la hora
de ´ejar de paecer!
Ya con gusto no duermo ni trabajo...
Cuando llego a pasar
frente al chinchel del Bajo,
siento como unas ansias de matar.
Mi acuerdo de aquel viejo ´escastao
que con su propia sangre negoció;
y, por no verlo, miro pa´ otro lao...
¡Con toa mi alma lo aborrezco yo!…
Parece que hasta el viento
que sacúe zumbando el matorral
se estuviera gozando en mi tormento…
Y aprieto bajo el poncho mi puñal;
y yo, guaso leal, guaso sencillo,
compriendo a los que matan por amor,
Y quisiera acabar en el banquillo
esta vía ‘e vergüenza y ´e dolor.

Víctor Domingo Silva.

YO PECADOR



Yo galán imperfecto
Yo danzarín al borde del abismo,

Yo sacristán obsceno
Niño prodigio de los basurales,

Yo sobrino - yo nieto
Yo confabulador de siete suelas,

Yo señor de las moscas
Yo descuartizador de golondrinas,

Yo jugador de fútbol
Yo nadador del Estero las Toscas,

Yo violador de tumbas
Yo satanás enfermo de paperas,

Yo conscripto remiso
Yo ciudadano con derecho a voto,

Yo ovejero del diablo
Yo boxeador vencido por mi sombra,

Yo bebedor insigne
Yo sacerdote de la buena mesa,

Yo campeón de cueca
Yo campeón absoluto de tango
De guaracha, de rumba, de vals,

Yo pastor protestante
Yo camarón, yo padre de familia,

Yo pequeño burgués
Yo profesor de ciencias ocultas,

Yo comunista, yo conservador
Yo recopilador de santos viejos,

(Yo turista de lujo)

Yo ladrón de gallinas
Yo danzarín inmóvil en el aire,

Yo verdugo sin máscara
Yo semidiós egipcio con cabeza de pájaro,

Yo de pie en una roca de cartón:
Háganse las tinieblas

Hágase el caos,

háganse las nubes,

Yo delincuente nato
Sorprendido infraganti

Robando flores a la luz de la luna
Pido perdón a diestra y siniestra
Pero no me declaro culpable.

Nicanor Parra