Caballero de la Blanca Luna,
cuyas hazañas hasta agora no han llegado a mi noticia, yo osaré jurar que jamás
habéis visto a la ilustre Dulcinea; que si visto la hubiérades, yo sé que
procurárades no poneros en esta demanda, porque su vista os desengañara de que
no ha habido ni puede haber belleza que con la suya comparar se pueda; y así,
no diciéndoos que mentís, sino que no acertáis en lo propuesto, con las
condiciones que habéis referido, aceto vuestro desafío, y luego, porque no se
pase el día que traéis determinado; y sólo exceto de las condiciones la de que
se pase a mí la fama de vuestras hazañas, porque no sé cuáles ni qué tales
sean: con las mías me contento, tales cuales ellas son. Tomad, pues, la parte
del campo que quisiéredes, que yo haré lo mesmo, y a quien Dios se la diere,
San Pedro se la bendiga.(Capítulo LXIV de la Segunda Parte)
-Dulcinea del Toboso es la más
hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es
bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y
quítame la vida, pues me has quitado la honra.
-Eso no haré yo, por cierto -dijo el de la Blanca Luna-: viva, viva en su entereza la fama de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso, que sólo me contento con que el gran don Quijote se retire a su lugar un año, o hasta el tiempo que por mí le fuere mandado, como concertamos antes de entrar en esta batalla.
Todo esto oyeron el visorrey y don Antonio, con otros muchos que allí estaban, y oyeron asimismo que don Quijote respondió que como no le pidiese cosa que fuese en perjuicio de Dulcinea, todo lo demás cumpliría como caballero puntual y verdadero.
(Capítulo LXIV de la Segunda Parte)
-Eso no haré yo, por cierto -dijo el de la Blanca Luna-: viva, viva en su entereza la fama de la hermosura de la señora Dulcinea del Toboso, que sólo me contento con que el gran don Quijote se retire a su lugar un año, o hasta el tiempo que por mí le fuere mandado, como concertamos antes de entrar en esta batalla.
Todo esto oyeron el visorrey y don Antonio, con otros muchos que allí estaban, y oyeron asimismo que don Quijote respondió que como no le pidiese cosa que fuese en perjuicio de Dulcinea, todo lo demás cumpliría como caballero puntual y verdadero.
(Capítulo LXIV de la Segunda Parte)
Al salir de Barcelona, volvió don
Quijote a mirar el sitio donde había caído, y dijo:
-¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias; aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas; aquí se escurecieron mis hazañas; aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse!
(Capítulo LXVI de la Segunda Parte).
-¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias; aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas; aquí se escurecieron mis hazañas; aquí, finalmente, cayó mi ventura para jamás levantarse!
(Capítulo LXVI de la Segunda Parte).
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