martes, 23 de junio de 2009


Era un día como cualquier otro
a sus cuarenta y pico,
volvía del trabajo y se sentía algo mareado,
supuso que tenia el azúcar alto,
otra vez la vieja diabetes,
que es una pésima compañera,
a falta de alguien a quien dar ese calificativo,
a veces esperamos tanto…
y nos damos cuenta de que nuestra vida solo fue esperar,
aunque la conformación y la inercia
nos invadan por todos lados,
es bueno saber que todavía
no hemos terminado de renunciar.
Conforme pasaban las horas se sintió peor
y fue en vano intentar dormir,
a la mañana siguiente se dirigió al hospital mas cercano,
lo internaron,
le dijeron que tenia una descompensación diabética,
lo vistieron con esos delantales de hospital
que nos hacen sentir tan vulnerables,
pensó que aunque se dijera muchas veces
que el era joven y fuerte,
viéndose así vestido
estaba a completa disposición
de los caprichos de la enfermedad,
de su cuerpo, que se revelaba,
que ahora le parecía algo ajeno
y del que absurdamente dependía su destino,
¡hasta él mismo!,
su cuerpo, que pretendía
negarle a su alma el derecho natural de seguir soñando
y al que sabia, siempre había intentado satisfacer,
antes de perder la conciencia
y al reconocer un par de ojos queridos que venían a verlo,
preguntó, ¿por que tenia que pasar esto?,
como si estuviera ocurriendo algo impensado
dada su condición de inmortal,
supuso que en instantes deberían darle la extremaunción
aunque el fuera agnóstico,
le reconfortaba la idea de eternidad
y no quería hacerse cuestionamientos metafísicos,
ya había pensado mucho en eso
y solo podía aceptar la infinidad de incertezas,
pensó que no dejaría descendencia,
ni una mujer que le hubiera regalado su vida,
tuvo un ultimo pensamiento,
a pesar de los años, a pesar de la vida vivida,
para ella, para la única que amo
y se sintió consecuente.

No hay comentarios: